Por Ricardo del Barco
Cuando analizamos la crisis política argentina, estamos frente a un problema complejo y por tanto lo mas peligroso en hacer diagnósticos simplistas. No podemos hablar de una causa ni podemos establecer categóricamente, los comienzos de esta crisis. Preferimos, por ello hablar de un fenómeno antiguo, viene desde hace mucho tiempo, y complejo, se trata de un fenómeno poli causal.
Por razones metodológicas, hemos preferido tomar como punto de arranque en nuestro análisis, el retorno a la democracia (1983), ya que la recuperación o construcción de un sistema político democrático que ha comenzado en esa fecha, es la gran tarea nacional.
El valor de las instituciones.
Suelo decir que las instituciones, no son sino relaciones humanas, que se dan en el marco de una serie de reglas aceptadas, que a fuerza de repetición constante, devienen en construcción sólida y nos anticipan los previsibles comportamientos de los miembros de una comunidad.
Quiero con esto destacar que si bien es cierto que hablamos de las instituciones como construcciones distintas de las conductas individuales y colectivas, las mismas no son independientes de las acciones humanas concretas .Así tendremos que unas conductas ejemplares de los lideres políticos parlamentarios, dan vida y fuerza a la institución Parlamento y que figuras de alto valor de ejemplaridad en el desempeño de la Presidencia de la República, fortifican la institución presidencial. Por el contrario, conductas públicas reiteradamente equivocas, falta de idoneidad en los que desempeñan puestos públicos, inmoralidad en el ejercicio de la función, erosionan y hasta pueden derrumbar las instituciones que dichas personas encarnan. La historia política, nos muestra numerosos ejemplos de lo antedicho. Simplemente a manera de ejemplo podríamos recordar el gesto del Rey de España, Juan Carlos, frente al levantamiento de Tejero, en los comienzos del proceso de transición española, condenando el alzamiento y ordenando a los mandos militares a subordinarse al imperio de ley y de las autoridades legítimas .Dicho gesto, junto a tantos otros, llenos todos de sentido de responsabilidad y dignidad, llevaron a la institución monárquica, a convertirla en garante y fiadora de la democracia española. Podríamos recordar también la ejemplaridad de las acciones publicas y la dignidad privada, que ostentaron, en la postguerra, lideres políticos de la talla de Adenauer, de Gasperi y Schuman ,que construyeron una sólida institución llamada mercado común .Podríamos seguir con los ejemplos, pero nos parece suficiente lo antedicho para mostrar algo evidente, aunque muchas veces olvidado, que las instituciones ,no nacen espontáneamente o se derrumban porque si. Repito, las acciones, reiteradas, de una comunidad y sus dirigencias, son las que crean o derrumban instituciones. Ello no implica desconocer, los condicionantes de todo tipo, que siempre van a acechar la construcción de instituciones .Condicionantes que siempre existen y que favorecen o entorpecen esa labor, pero que nunca son determinantes.
Digo esto por que los argentinos muchas veces somos propensos a responsabilizar siempre a otros, acerca de los que nos pasa. Viene a mi memoria un lúcido comentario de Tomas Eloy Martínez, que hace algún tiempo, cotejaba dos actitudes, una la de una comprovinciana suya, a quien no veía desde hacia treinta años y a quien la encontré deprimida anímicamente y acusando el paso de los años y los infortunios de una manera muy severa. Y al reconocer a su antiguo compañero de colegio, le dijo” mirá lo que han hecho de mi vida”. Esa respuesta la confrontaba con la de uno de los protagonistas de los siete Locos de Roberto Arlt,que frente a una situación semejante, se preguntaba “que he hecho de mi vida”?
Casi siempre son los otros – identificados o anónimos- a los que consideramos responsables de nuestra desgracia, pocas veces nos asumimos como responsables de lo que nos ocurre .Y por eso a la pregunta de “ que han hecho con nuestras instituciones”?, prefiero cambiarla, por la de “que hemos hecho con nuestras instituciones?”.
Asumirnos como responsables de nuestro fracaso institucional ,me parece un buen comienzo para revertirlo. Ya que si nos reconocemos como parte del fracaso, es posible que advirtamos que podemos y debemos ser parte de nuestra recuperación institucional.
Cuando Argentina, se reencontró con la práctica de una elección fundacional,luego del proceso militar, pudo entenderse que habíamos recuperado la democracia y que de la noche a la mañana, entrábamos en un sendero de grandeza. Es entendible que luego de un traumático pasado de violencia y represión y de una derrota militar, al redescubrir la institucionalidad democrática, pudiera decirse QUE CON LA DEMOCRACIA SE VOTA; SE COME; SE EDUCA .Pero tras el ensueño del nuevo camino, nos fuimos tropezando con dificultades, que muchas veces nos llevaron al desaliento , a la sensación de fracaso y a la vivencia de adversidades de distintos signos. Comenzamos a advertir, que nuestra elección fundante, no era el punto de llegada, sino el punto de partida y que todo o casi todo debíamos construirlo. Esta tarea de construcción de instituciones sólidas, es nuestra asignatura pendiente..
Al recorrer los primeros veinte años de democracia argentina, me parece necesario identificar luces y sombras., y ver de que manera estamos transitando el camino de la institucionalidad o su contrario.
Luces .
Creo importante recordar primero lo que llamaría luces en el camino de la democracia recuperada y así me permito señalar las siguientes;
1) Desde que se estableció el voto universal (1916), es la lra vez que Argentina celebra 20 años ininterrumpidos de vida democrática, sin golpes militares.
2) Hemos celebrado Trece elecciones generales, con un alto nivel de participación, superior al 70% del padrón electoral ,sin fraudes ni proscripciones.
3) Se ha producido tres veces la alternancia a nivel presidencial. De Alfonsín a Menen ( UCR a P.J.) de Menem a De la Rua ( PJ a UCR) de la rua a Kirchner( UCR a PJ)
4) Han convivido de manera razonable signos políticos distintos, en el orden
nacional y provincial ,y en el legislativo y el ejecutivo.
5) Asistimos a un creciente protagonismo de la sociedad civil.
Sombras
1) Se han producido retroceso importantes en el proceso de institucionalización. La reforma de 1994, mas allá de sus aciertos o del consenso que generó el Pacto de Olivos, fue y es vista como un reacomodamiento institucional para resolver coyunturas políticas, antes que fundar nuevas instituciones
2) Debe apuntarse también el abuso de los decretos de necesidad y urgencia y los cambios permanentes en las reglas de juego, en especial a partir de la crisis de Diciembre del 2001, también llamada la rebelión de las cacerolas.
3) Nuestro crecimiento económico, cuando lo hubo, no fue siempre acompañado de una distribución equitativa.
4) Los partidos no han respondido a las exigencias de participación de los ciudadanos y han cumplido muy parcialmente la necesidad de formación política de los mismos.
5) Estamos en deuda con la Reforma política necesaria, que permita una mas eficaz participación ciudadana y un mejoramiento sustancial del funcionamiento de nuestras instituciones.
6) El fastidio ciudadano no siempre ha ido acompañado de propuestas y conductas sostenidas orientadas a la transformación efectiva de las cosas.
7) Los sectores dirigentes, no solo los políticos, están muy por debajo de las legítimas expectativas ciudadanos.
8) Los medios de comunicación han desaprovechado en muchos casos sus posibilidades de formación responsable y se han quedado en la superficialidad y en el nivelamiento hacia abajo de nuestra sociedad.
9) Una cultura del consumo irresponsable o de la dádiva interesada ha reemplazado la cultura del trabajo.
10) La esperanza basada en el trabajo propio y una cultura solidaria, muchas veces ha sido reemplazada por la evasión en sus diversas formas o la desesperanza colectiva.
11) El chantaje como forma de obtener recompensas o soluciones a problemas reales o inventados, se ha convertido en peligrosa costumbre nacional. Pienso no solo en piqueteros de diversos cuño, sino en actitudes de gobernadores hacia el poder central o de este hacia los mismos. Franquicias, ventajas o retribuciones de distintas índole, exigidas o prometidas para la aprobación de leyes por parte del Parlamento.
12) En el sesquicentenario de la Constitución Nacional, podemos decir que en muchos aspectos estamos en una situación preconstitucional y que son abundantes los signos de descomposición institucional. La provisoriedad, los acuerdos circunstanciales, y muchas veces espurios, reemplazan las reglas consentidas y aplicadas igualitariamente.
13) Es posible que estemos viviendo un momento de transformación del sistema de partidos argentinos. Observamos desde ya una autonomía ciudadana, como nunca antes practicada.
14) La traumática transición ,luego de la crisis del 2001,si bien es cierto que transito por dentro de las reglas institucionales,no puede desconocerse que el juego político, malverso instituciones con una peligrosa frivolidad.
Quiero detenerme, aunque sea asolo por un momento, en lo antedicho. La crisis del 2001, no fue como se ha dicho solamente una macro crisis económica que arrastro a lo político. Soy de los que creen que en gran medida fue a la inversa.
Reseño solamente, alguna de las principales conductas, que precedieron a Diciembre 2001.
a. La alternativa triunfante en la elección de Octubre 1999,carecía de solidez para afrontar la tarea de gobierno.
b. El distanciamiento entre dirigencia y ciudadanía, tuvo en la elección de Octubre del 2001, una consagración espectacular, caracterizado por el llamado voto bronca y la alta abstención. Sin perjuicio de ello, la dirigencia política y no solo el gobierno, no tomaron nota de la misma.
c. El fastidio ciudadano, expresado en la llamado rebelión de las cacerolas, no solo fue una expresión espontánea de la protesta sino también y en medida, que deberá analizarse cuidadosamente, fruto de un juego político no desinteresado.
d. Los experimentos seudo institucionales, ley de lemas incluida para la sucesión presidencial ,que culminaron en una doble vuelta mutilada, revelan bastante ostensiblemente, como la pasión política, no encausada en las reglas que se dicen respetar, nos llevaron casi al limite de lo que es democráticamente aceptable.
e. El reinado del llamado gobierno de la opinión que se basa en la encuesta y el sondeo, nos lleva a una fragilidad extrema. Una cosa es auscultar la opinión ciudadana, para mantener o rectificar políticas públicas, y otra es gobernar por y para las encuestas, cuyos resultados tienden a suplantar instituciones.
Conclusiones.
A. Reconocer nuestras fallas y asumir nuestras responsabilidades es el comienzo de la superación de nuestra crisis.
B. Devolver a la política el sentido de servicio al bien común y desterrar la concepción de la política como negocio, es el imperioso llamado de la hora, que hará posible devolverle al ciudadano la confianza en la era política y el respeto a las dirigencias.
C. Honrar la palabra publica, cumpliendo lo preceptuado y lo públicamente prometido, es comenzar a institucionalizarnos.
D. Tomar en serio la reforma política, tantas veces enunciada y tantas veces postergada, es una imperiosa necesidad institucional. Pero vale pena recordar que reforma política, no es dictado de leyes, sino antes que nada enmendar conductas, sin las cuales, todo lo dicho en la letra de ley, se convierte en letra muerta.
E .Poner los liderazgos, necesarios en la vida política, al servicio de la creación de instituciones sólidas
F. Asumir la educación cívica, como política de estado. Sin ella, no hay ciudadanos y sin ciudadanos no hay democracia constitucional.
G. Repensar el rol de los medios de comunicación en la construcción de una democracia pluralista, sólida y estable.
Ricardo del Barco
delbarco@arnet.com.ar